El garrulo del vigilante nos mira mal pero no dice nada. Mi amigo se seca las lágrimas de la velocidad perdida, mientras llegamos al montacargas. El fondo está oscuro, y nos guiamos por el resplandor. Montamos, en frente hay un gran espejo, no nos miramos en él. Dentro tiene una pintada que pone ‘Mazinger Z ha muerto’ que ya he leído mil veces y que inevitablemente vuelvo a leer; él lo hace por primera vez. Se sorprende y me sonríe; (yo a él no). La luz de la cabina hace ruido de insecto; “ese fluorescente va a durar poco”, le digo. 6º... 7º... Golpe seco!